martes, 19 de octubre de 2010

Despedida de Judas

Ya sólo me queda la sombra de este olivo.
La luz que de luna nace
y para muchos ilumina un futuro
Ya no hace brillar el mío.
El destierro y el latir
de un corazón que ya no late
son los que hacen ahora aguante
de lo que antes era un sentir.
Cansado y herido
Como estoy ahora.
Transformadas estas horas
en un triste malvivir,
siento que en el pecho el alma,
que al son de la razón llora,
sale por mi sucia boca
y vuela arriba hasta morir.
Sale sin romper el techo
De esta cárcel de horrores;
De esta nube de amores;
De este que ahora es mi hogar.
Cada vez que lo pienso
Me lamento e imploro,
Que me perdone mi rey, mi pueblo
y me recuerde la libertad.
Me encuentro ajeno del tiempo,
Moribundo e indefenso,
Tan sediento que bebo lágrimas,
Tan sólo que no me tengo.
Singuen todas mis páginas
Explicando lo que no entiendo,
tan triste que cuando lo pienso
rompo y comienzo a gritar,
y mi grito se hace letra,
y mi letra la sutil receta
del veneno que a morir me invita.
Y así, tentado y muerto ya en vida,
Encerrado en lo que fue cuerpo
Y ahora es cárcel de un suicida,
Dejo escrito en esta tinta
Lo que antes de morir puedo,
Pero no sin antes decirle al mundo:
Aquí se queda lo que yo te debo.

2 comentarios:

  1. Bueno, bueno, bueno. Si me salieran con esa facilidad tuya a mí las cosas... Chapó sin duda, chaval.

    ResponderEliminar
  2. Qué bien sienta que renueves y con tan buenas palabras, poeta.

    ResponderEliminar